Desde la mente se fabrica el éxito

Lo que no se mide no se puede mejorar y para fabricar el éxito hay que ponerse a trabajar.

El método de la fuerza bruta lo venimos usando desde la infancia. Con esfuerzo y aproximaciones sucesivas encontrábamos el resultado o quemábamos al cerebro hasta lograrlo.

El uso la fuerza bruta sigue vigente porque se desconocen los  métodos inteligentes que facilitan la resolución de problemas

A Carl Gauss, el inventor de la famosa curva, un maestro le preguntó cuál era el resultado de sumar todos los dígitos. Respondió de inmediato: 45 ¿Cómo lo hizo con tanta rapidez? Sumó  0 y 9,  1 y 8, 2 y 7, 3 y 6,  4 y 5. Luego multiplicó 5×9.

La historia es pródiga en mostrar las luchas entre la fuerza bruta y la inteligencia.

Una batalla memorable fue la del pequeño David con el gigante Goliat quien lo amedrentaba por su  estatura  y su voz estruendosa. David se había entrenado en el manejo de su honda. Cuando Goliat lo atacó, David le apuntó a la frente y lo mató del primer disparo.

Cuando la fuerza bruta ataca no hay que retroceder, si estamos seguros de tener razón. Pero debemos saber usar muy bien el arma que tenemos.

El  ataque por fuerza bruta

La  criptografía es el arte de cifrar y descifrar mensajes. En internet los crackers perforan los códigos. Usan el método de prueba y error – muy costoso en tiempo- o el ataque de diccionario -combina todas las  palabras y signos-. Saben que elegimos claves sencillas  por temor al olvido. Estos ataques pueden evitarse con inteligencia, usando como clave la inicial de cada palabra en una frase de 16. La frase tiene que ser fácil de recordar. Otra técnica es un software de gestión que impida  repetir el intento. A la fuerza bruta se la combate con el ejercicio de la inteligencia.

No hay mejor defensa que un buen ataque

El caso de David y Goliat demuestra que huir o esconderse no es la mejor receta, el agresor probará de agredirnos una y otra vez.

En la guerra de Troya Ulises no podía vencer la fortaleza de sus enemigos, después de 10 años de lucha. Se le ocurrió hacerles creer que se retiraba del combate. Hizo construir un caballo gigantesco y  lo entregó como  presente a la ciudad de Troya. Los troyanos cayeron en la trampa y celebraron su victoria. Con  el caballo en la ciudad  festejaron sin mesura. Pero el caballo no era un regalo, llevaba en su interior a la tropa griega esperando el momento justo. Cuando los ecos de la celebración se extinguieron, los griegos salieron de su escondite y vencieron a los desprevenidos troyanos.

Smart power o poder inteligente

El poder inteligente reside en querer con eficacia. El poder duro – hard power- es el heredero de la fuerza bruta. El poder blando – soft power- atrae por la bondad de la política. Al burro se lo maneja del mismo modo: con anteojeras y riendas y acercando la zanahoria al hocico o con el palo en el trasero.

Los hombres se mueven por motivaciones complejas: fe, ética, valores – más poderosas que el incentivo mecánico-. El cerebro cuenta con el poder duro de la razón -hemisferio izquierdo- y el poder blando de la emoción en el derecho. El poder inteligente – smart power –  los asocia.

El poder duro es racional, opera con palabras y conceptos. El poder blando es emocional, procesa imágenes e ideas. El poder duro es estratégico, busca el objetivo, el poder blando es intuitivo, las ideas le vienen de golpe. El hemisferio izquierdo domina, realiza la tarea pesada, obtiene información, actúa con lógica, practicidad y orden. El derecho calla y espera. El hemisferio derecho  se activa sabiendo lo que se quiere. La fuerza bruta no sabe combinar los poderes, entonces el cerebro trabaja por debajo de la capacidad que posee.

La fuerza bruta gana batallas pero pierde la guerra

Se puede ganar la batalla y perder la guerra. El poder duro en Irak afectó la imagen de EEUU. Los mejores países igualan oportunidades, convierten el poder blando de la educación en política de estado

La inteligencia situacional es la que adapta los recursos y las  personas a los cambios. Se nutre de la experiencia, del análisis y de la intuición. El que dirige debe aprender a ser -a formar su carácter, definir sus valores- y también aprender a aprender.

El intelectual trabaja con conceptos y con palabras, el hombre de acción con personas y cosas. Entre ambos está el creactor -que crea, conceptualiza y ejecuta-.

Conducir implica atraer a los de arriba, a los de abajo y a sus pares. Para lograrlo hay que contemporizar iniciativa, lealtad y normas; fomentando el espíritu emprendedor  para rodearse de dirigentes capaces sin apelar al poder duro de la amenaza.

El poder blando facilita la atracción por ideales comunes, con inteligencia emocional y comunicacional. Hay que aprender lo que se necesita para liderar. La fuerza bruta es el poder de las bestias, en los asuntos humanos se necesita cambiar de estrategia. “Dadme una palanca  y un punto de apoyo y moveré el mundo”, dijo Arquímedes. “El 20% de los factores produce el 80% de los resultados”, afirma Pareto. Descubrir ese 20% y hacer palanca sobre él permite vencer a la fuerza bruta con el poder suave de la inteligencia.

La fuerza bruta educativa

Desagregando el factor desigualdad, lo público y lo privado se parecen. La enseñanza masiva hizo del aprendizaje bruto individual algo bastante bruto. En los exámenes internacionales fracasan los chicos de las escuelas públicas y privadas de los países donde predomina la fuerza bruta.

Educar es sacar de adentro el potencial que traemos al nacer. No es llenar el cerebro con información sin conocimiento, ni de conocimiento sin sabiduría. Las carencias para desarrollar el potencial hacen que los niños aprendan con el modelo de la fuerza bruta, reflejado en la frase de Sarmiento: “La letra con sangre entra”. Es un grave error.

Hay que democratizar el acceso al saber al estilo Finlandés y perfeccionar los métodos. La inteligencia surge del autoconocimiento, de su desarrollo y de la destreza social.

Con el “por qué” seguimos justificando el fracaso, el “cómo” nos permitiría imitar a los mejores. Los métodos son la mayor riqueza del hombre. Cuando no hay métodos para enseñar ni métodos para aprender no es tan solo una cuestión de recursos. Desarrollo es lo que hacemos con lo que tenemos.

Creado en Argentina

Desde hace 50 años se enseña en nuestro país una metodología para incrementar la velocidad y la comprensión en la  lectura y en la escucha,  mejorar la memoria a partir de la mnemotecnia o sistemas de memorización y, además con un buen método de estudio, técnicas de comunicación oral y escrita y de desarrollo de la inteligencia.

Esta tecnología creada en la Argentina está presente hoy en más de 23 países, y en mercados tan exigentes como el europeo y el norteamericano. El potencial para conseguir objetivos existe en cada uno, pero debe desarrollarse y aplicarse cada día. La paradoja es que en nuestro país cada vez estamos peor y  hemos creado una escuela que fabrica pobres.

Las 4 etapas que definen al método

Son interactivas y comienzan con la percepción, el comienzo es la parte más importante de cualquier trabajo. La creación de buenas ideas depende de potenciar la capacidad de observación, pero en la práctica se ve poco porque el sistema educativo falla y eso se nota en los exámenes internacionales donde los alumnos argentinos figuran entre los peores en lectura, matemáticas y ciencias.

La falta de una preparación metodológica en cuanto aprender a aprender provoca que usen solamente el 10% de sus recursos naturales y esto sólo se modificará si hay un cambio en la educación para que desarrollen  destrezas y habilidades que alineen los instintos, las emociones y los pensamientos, para lograr la sinergia en el cerebro.

La escuela detiene el progreso

El niño aprende velozmente en su hogar antes de ingresar a la escuela. Luego, el esfuerzo socializador detiene este crecimiento. La función de la escuela es que todos sean iguales mediante el modelo transmisor del enciclopedismo. -¿Qué sucede con la lectura? -Es la habilidad más importante porque para aprender cualquier tema o tecnología hay que saber leer. Pero la ecuación hombre/tiempo ya no cierra,  no tienen tiempo ni ganas de leer y lo hacen con un método primitivo, a baja velocidad y con distracciones frecuentes.

El 35% del tiempo de trabajo consiste en leer, es decir, hay un costo extra en las empresas porque no optimizan el capital intelectual de su personal. Sin embargo, hay métodos evolucionados de lectura que incluyen la velocidad, la comprensión, la concentración, la memoria e inteligencia donde se trabaja con las destrezas más allá de los contenidos.

Marketing personal

Cuando la persona tiene baja su autoestima, cuando concurre a una entrevista o a un examen, va al fracaso. La persona demuestra lo que es en todo momento, lo prepara y desarrolla cada día. No hay secreto para la entrevista. Hay que soltarse para lograr ese dominio en la comunicación y lograr los objetivos.

El sistema cultural y educativo privilegia el hemisferio izquierdo del cerebro, al que se accede mediante la razón y el lenguaje. La educación se concentra allí. Es el cerebro del científico. En tanto, se desvaloriza el hemisferio derecho, donde están la creatividad, la inteligencia social y la emocional. Debemos entrenar los dos hemisferios para que trabajen coordinados. La diferencia entre alcanzar o no el objetivo dependerá mucho de los métodos usados.

Las personas carecen de métodos para alcanzar

Pero cuando la persona usa los dos hemisferios adquiere o aumenta su capital invisible: la autoestima, esa opinión que tiene sobre sí mismo, ese me quiero mucho, poquito o nada.

Un buen método incluye la medición (test para saber dónde arranca la persona); la motivación (qué objetivo tiene); la incorporación (de información con métodos inteligentes); el entrenamiento (llevar a la práctica el conocimiento hasta lograr el cambio); la medición (evaluar el avance); la aplicación (convertir el conocimiento en resultado); la imaginación (trasladar el conocimiento a la práctica) y la estrategia (tener un plan y ejecutarlo correctamente para lograr el objetivo). Las ideas dirigen y arrastran al mundo, y hay técnicas para fabricar una cada día.

Para ser el arquitecto creador de su propio destino y hacer una carrera de sí mismo, basado en sus destrezas, hay que saber lo que uno quiere. Cómo dijo Séneca, “no hay vientos favorables para el que no sabe a dónde quiere llegar”.

Destrucción creativa

Para alcanzar un alto rendimiento  hay que enseñar a las personas a conocer y optimizar su cerebro con el método de la autodestrucción creativa, a destruirse uno mismo antes que lo haga un competidor. Esto nos mantiene actualizados. Los hábitos son peligrosos, generan conformismo y llevan a la rutina, por eso, el mejor hábito es aprender a innovar, aun si se tiene éxito. Las personas deben autoconocerse para ver al mundo como una fuente de oportunidades y no como una fuente de amenazas.

¿Qué hacer frente a un problema?

Resolverlo mediante el pensamiento estratégico. Lo que fue bueno en una época no lo es en otra. Hay que aprender a pensar y esto no es recordar o creer. Pensar es la capacidad de resolver un problema y abarca comprender la situación, inventar la solución y actuar en consecuencia. -¿Destrezas o conocimiento? -Las destrezas como la capacidad de leer, escuchar, concentrarse, tener memoria, expresividad, inteligencia o la estrategia creativa pueden medirse y las técnicas permiten superar las fallas en las destrezas.

En tanto, el conocimiento no te cambia la vida porque aun con títulos hay personas que fracasaron y otras con inteligencia emocional triunfan sobradamente. La mejor apuesta es invertir en nosotros mismos, desarrollar las destrezas más que el conocimiento y usar más del 10% del cerebro.

Aprender mejor

Existen cursos para aprender a aprender con las aplicaciones pedagógicas de las neurociencias y las tecnologías blandas. Para distinguir el qué del cómo en el aprendizaje se imparten métodos y herramientas de PNL, mnemotecnia, lectura veloz, técnicas de estudio, memoria, control mental, oratoria, redacción, grafología, orientación vocacional e inteligencias múltiples. Se dictan talleres gratuitos de medición del IQ y sobre su potencial de desarrollo.

Lo que no se mide no se puede mejorar y para fabricar el éxito hay que ponerse a trabajar.

Dr. Horacio Krell Director de Ilvem, mail de contacto horaciokrell@ilvem.com

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