Cómo validar una idea en 5 pasos
Seguimos en la búsqueda de lo obvio porque seguimos buscando las maneras más simples de gestionar cosas tan complejas como la creación y el seguimiento de una marca. Como dicen Trout y Peralba “si es evidente para usted, también lo será para sus clientes, y por ello dará resultado.”
Pero ¿cómo saber si una idea es evidente? los 5 test de lo obvio, siempre aplicados al branding, extensamente explicados en el libro, sirven para comprobarlo.
Los 5 test de la obviedad
1. “Este problema, una vez resuelto, será simple”
La cita es de Charles F. Kettering, ingeniero de General Motors, la toman Trout y Peralba para titular el primer test de la obviedad. Las ideas más difíciles de encontrar, las soluciones mejores, son, en general, las más simples. Es por eso que, como afirman en el libro, es también una idea que nadie ha visto antes. Las obviedades son difíciles de ver, pero cuando se encuentra la tecla, son las más efectivas y sorprendentes.
Tenemos un ejemplo muy conocido:
Todos recordamos el ejemplo paradigmático de la NASA y los bolígrafos. Aquel que cuenta que la NASA se encontró con un pequeño problema cuando empezaron a enviar astronautas al espacio. Según dicen, los bolígrafos no funcionaban con gravedad cero…
Tardaron seis años en desarrollar un bolígrafo que no solo funcionaba con gravedad cero, sino que también era sumergible, aguantaba las temperaturas más increíbles y escribía sobre la superficie que fuera. Todo el desarrollo salió al cabo por unos 12 millones de dólares.
Pero al espacio también enviaba astronautas la agencia espacial rusa; ellos, en cambio, no tardaron nada en solucionar el problema, según cuentan, les dieron a los astronautas ¡lápices! ¿Verdad que lo entendería cualquiera?
2. “¿Se ajusta a la naturaleza humana?”
La característica principal de una idea obvia es que es comprendida rápidamente por todo el mundo, todo el mundo menos tus compañeros de equipo. Es importante que seas capaz de explicar sin problemas esa idea a cualquier persona de tu entorno que no esté influenciada por tus conocimientos técnicos y profesionales, a personas que no tengan en absoluto experiencia en el sector.
Si esas personas no te entienden o tu no logras explicarte con soltura, casi seguro que tu idea no es simple. Piensa que como público la mayoría somos simples, tenemos las reacciones más obvias ( aunque es claro que nunca lo reconoceríamos).
3. “Póngalo en papel”
La prueba de fuego de toda idea. Escribir ayuda a poner las cosas en claro, si tu idea es simple podrás ponerla con facilidad en tres o cuatro párrafos sencillos, como si lo estuvieras explicando a un niño. Si no puedes hacerlo ¡descártala enseguida! Cuando tengas tu idea obvia, irá apareciendo sola sobre el papel sin tecnicismos ni complejidades.
4. “Funciona en la mente de la gente”
Siempre, siempre, hay que contrastar con el público. Y la respuesta que te den debe ser algo así como “¡cómo no se nos ocurrió antes!” Si no ves cómo le brillan los ojos a tu público, sus caras de sorpresa y de admiración, entonces, lo más probable, es que la solución no sea obvia. En la mente de cada uno de tus clientes debe haber una “explosión de simplicidad,” si no quedan pasmados es que tu idea no pasará el test de obviedad.
5. “¿Es el momento adecuado?”
Si has pasado las primeras fases del test, es probable que tu idea sea realmente obvia. Ahora, habrá que contrastar si es el momento oportuno para lanzarla. La oportunidad es siempre un elemento determinante, si el tiempo de tu idea obvia ya ha pasado, comienza a pensar en otra cosa, quizás te sirva, adaptándola, para alguna otra fase del negocio. Si el día indicado para tu idea todavía no ha llegado, guárdala y mantente atento para no dejar pasar la oportunidad.
Y si es este el momento indicado, tienes casi todo para lanzarte ¡ponte a ello!
¿Demasiado sencillo?
Y, sin embargo, vale más no arriesgarse con una solución que no sea simple, lo complejo es más difícil de comunicar, de manera que también será más difícil para tus clientes entender qué les estás ofreciendo.
Ofrecer una solución es siempre bueno, pero si los consumidores no la entienden y no les hace la vida más sencilla, raramente la elegirán entre otras posibilidades.
Lo complejo, generalmente, no nos lleva a la mejor solución; lanza una idea compleja y espera a ver cuánto tarda en salir la solución sencilla de tu competencia. No parece una buena táctica.
Como explican Trout y Peralba, “el sentido común es la guía,” justamente porque es común llegará a todo el público que quieras abarcar. Pero ¿en qué consiste el tan debatido sentido común? así lo explican: “es el buen juicio natural, libre de prejuicio emocional y sutileza intelectual. No depende de ningún conocimiento técnico especial. En otras palabras, sentido común es ver las cosas como realmente son”
Pilar Gatell Abre – Idacción
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